martes, 9 de enero de 2024

Cuento para stream 4: El final de la historia

    A ver, recapitulemos: Mientras que los primos asesinos y Carmen de Mairena se dirigían a Turquía en un avión plagado de zombis hippies para localizar a la niña turbia y obtener así el preciado antídoto, el extraterrestre Manowar se encontraba atrapado en un planeta en el que moriría de mil maneras diferentes, antes de poder escapar y regresar a su hogar. Por otro lado, Gladis había logrado obtener el escudo que evitaba su alergia a los gatos, para no ser descubierta por Miguelín y su tropa, ya que iba camuflada con la piel del pequeño Nicolás hacia su planeta, Orión, pero antes de llegar, descubrió un planeta en el que se encontraba un anillo creado por Sauron y cuyo poder era el de evitar el control mental que ejercían los mininos revolucionarios en el resto de especies. ¿Y qué sucede con el agente López y su tropa? Al haberse deshecho de los zombis hippies, volvieron a centrarse en la investigación de los Gómez e intentaban dar caza a la extraterrestre lechuguera con forma de paloma vieja.


    En el aeropuerto, los dos asesinos y Carmen de Mairena intentaban guiar a los zombis hippies hacia el interior del avión; el problema llegó cuando se dieron cuenta que ninguno de los pilotos se atrevía a volar con aquella carga tan delicada.

    De repente, el “Pingüino” se fijó en que los únicos que no habían salido corriendo al verlos habían sido Belén Esteban y Marcial, el de “La hora Chanante”. Se acercó a ellos con cautela y les preguntó si sabían pilotar un avión.

    Claro que sí, he jugado con un simulador varias veces —dijo Marcial.

    Eso no es lo mismo que pilotar un avión de verdad.

    ¿Tienes a alguien más en mente? Porque no veo a nadie dispuesto a hacerlo.

    Yo sí —dijo Belén Esteban.

    ¿Tú sabes manejar un avión? —Preguntó el asesino.

    No, pero se me da de lujo jugar con un joystick y también arreglar cualquier situación. ¿No ves que trabajé en Sálvame varios años hasta que me quedé en el paro?

    De repente a Belén la llamaron por teléfono, era Jorge Javier Vázquez. Cuando “la Esteban” le contó lo que sucedía al presentador, éste le pidió que lo retransmitiera a través de su cuenta de Instagram para ganar audiencia en el programa.  

    Al “Pingüino” no le quedó otra opción que aceptar aquella propuesta y cuando los tres entraron en el avión, los zombis ya estaban sentados y comiendo carpaccio para evitar que, de un apretón, se merendasen al resto de la tripulación.

    Mientras Belén y Marcial se encerraban en la cabina de mando, Carmencita se echaba un cubatita para templar los nervios, pues tenía miedo a volar y más con la que estaba cayendo Pero por cosa del destino —y las turbulencias del despegue —, el cubata se cayó y se coló por la rendija de la trampilla que había en el suelo, llegando hasta la zona de carga en la que reposaba un gremnli metido en un trasportín para perros. El bicho se mojó con aquel dulce néctar de los dioses y terminó multiplicándose más rápido que Julio Iglesias en sus momentos más álgidos.

    Se nos están acabando las reservas de carne. ¿Qué vamos a hacer? —Preguntó el “Asesino de los Calzones Sucios”:

    No lo sé, pensad en algo, porque cuando acaben de comerse esa carne cruda vendrán a por nosotros —añadió el “Pingüino”.

    ¿Crees que el sushi cuente como carne? —Preguntó Carmencita.

    Lo dudo mucho —respondió uno de los primos.

    Pues si vamos a morir, que sea en el baño y así me “desorino” un rato; aunque antes me echaré otro cubata, para refrescar la garganta.

    Cuando Carmen de Mairena se acercó al carrito de las bebidas, descubrió que uno de los zombis estaba tras ella.

    ¡Uy, cariño! Yo soy como la Pantoja, “pilila” que veo, “pilila” que se me antoja —dijo Carmencita, pensando que… si iba a morir en aquel avión, mejor hacerlo comiéndose un gran morcillón.

    De repente, Carmen se lanzó sobre el zombi y le hincó el diente. Pocos minutos después, no quedaban de él ni los dientes. Los asesinos no daban crédito a lo que estaban viendo. ¿Se volvería una zombi tras comerse al pobre muerto viviente o seguiría viva, pero tan salida como siempre?

    Entonces algo sucedió, mientras la trampilla del suelo se abría y los gremnlins hacían su aparición, Carmen de Mairena en un zombi se convirtió. Los asesinos intentaban huir de la horda de los no muertos —dirigida por Carmencita —a la par que procuraban lidiar con los bichos que de la bodega emergían. De pronto, el zombi pedorro se detuvo y se encaró a las fieras.

    HKASDHNLKSFJEAHKKJ —dijo el no muerto flatulento.

    ¿Alguien ha visto a Gizmo? —Preguntó uno de los bichos.

    Como no se entendían bien, los zombis intentaron comerse a los gremnlins, pero al ver que tenían tan mala leche como ellos, decidieron adoptarlos como sus mascotas y colaborar con ellos. Los bichos se metieron de nuevo en la zona de carga y comenzaron a cargarse todos los cables que se encontraban a su paso, pues disfrutaban destrozando cualquier cosa que con cables funcionara.

    Los asesinos se metieron en la cabina de mando junto a los pilotos, para evitar ser devorados de un plumazo, pero uno de los motores del avión falló y el pájaro de metal en el agua se estrelló. El impacto hizo que Belén Esteban y Marcial, el de “La hora chanante”, quedasen mal heridos y que los primos asesinos saliesen ilesos del suceso acontecido.

    Los zombis hippies, al ver que el agua se colaba en el avión, entraron en pánico —eran hippies, el agua era como su kriptonita —, por lo que intentaron subirse encima del fuselaje que, más pronto que tarde, acabaría hundiéndose en las profundidades. ¿Lograrían rescatarles antes de deshacerse? ¿Qué pasaría con los gremnlins? ¿Y con el “Pingüino” y su primo?

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    El avión continuaba hundiéndose en el agua, mientras que los asesinos, la Esteban y Marcial intentaban seguir a flote para evitar ser devorados por los no muertos hidrofóbicos. Los gremnlis seguían destrozándolo todo y, como estaban en contacto constante con el agua, multiplicándose sin parar. Nuestros héroes necesitaban una mano amiga que les pudiese rescatar.  

    ¡Vamos a morir aquí! —Dijo la Esteban.

    ¿Qué es eso? —Preguntó el Pingüino.

    ¡Pirañas! — Respondió Marcial.

    ¿Y ahora qué hacemos? Si salimos nos comerán las pirañas o los zombis y si nos quedamos aquí, los gremnlis nos dejarán como un cuadro o terminaremos ahogándonos —añadió el “Asesino de los Calzones Sucios”.

    De repente, el avión comenzó a elevarse y los héroes que continuaban en su interior se desplomaron en el suelo al instante. ¿Qué más podía pasarles? Al incorporarse y asomarse por la ventanilla, descubrieron que Hulk estaba levantando aquel cacharro con una sola mano, como si tratase de una simple tostadora. Las pirañas intentaban morderle, pero con la piel tan dura que tenía, a las pobres las dejó melladas de por vida.

    De repente, los zombis comenzaron a atacar a Hulk, pero entonces una puerta mágica se abrió en el aire y de ella Loki salió.

    ¿Has visto a mi tocayo? —Le preguntó a Hulk.

    ¿A quién?

    Es un perro blanco y negro, con un collar verde y se llama Loki, como yo.

    Pues no, aquí no está. ¿Tú no estabas muerto? Eso es lo que nos contó tu hermano.

    No, estoy vivito y coleando. Y gracias por el dato, seguiré buscando.

    ¡Espera…! —Pero Loki desapareció al igual que había llegado, antes de poder interrogarlo.

    Entonces se escuchó un gran estruendo y los zombis cayeron al agua, inconscientes, pues Hulk se había tirado un cuesco y los había dejado aún más muertos de lo que ya estaban.

    Mientras que los ocupantes de la cabina salían y ayudaban a Hulk con los gremnlis, el pobre Manowar intentaba sobrevivir al planeta de las 1000 muertes. Allí se encontraba el anillo no único, por lo que, si querían salir de allí tanto Manowar como Gladis, que se dirigía a aquella ubicación atraída por la dichosa joya solo tenían dos opciones: morir de 1000 maneras diferentes o conseguir la reliquia que les concedería un deseo para poder viajar a cualquier lugar con solo tenerlo que imaginar.

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    Posibles muertes que me sugirió el chat: Cerveza caliente pocha, trituradora de papel, cuervos sacando los ojos, arrancándole la piel, águila de sangre vikinga, muerte china de cortecitos y empalado, cubo caliente y rata en el estómago, momificarlo vivo, mutación y explosión, aplastado.

    Manowar no dejaba de morir, una y otra vez, sin saber por qué. De repente, un grupo de hormigas se acercó a él y le cogió en volandas. Manowar intentaba deshacerse de aquel abrazo mortal, pero no pudo hacerlo. Las hormigas le llevaron hasta una máquina de triturar papel gigante —no sé de dónde había salido, pero vale —y por el camino fueron desollándole la piel como a un cochino.

    En el camino hacia su muerte, número diecisiete, vio un cartel que decía:

    <<En este planeta de 1000 formas diferentes morirás, a menos que el anillo logres hallar. Es un mundo de sueños hechos realidad, aunque las pesadillas también son sueños, que te torturan sin parar. >>

    El pobre Manowar sabía que tenía que encontrar ese anillo para dejar de padecer aquel calvario en el que, por error, se había visto enredado. ¿Lograría librarse de la muerte número dieciocho cómete un bizcocho y encontrar el anillo no único?

    Mientras el pobre sufría de lo lindo, Gladis aterrizaba en el mismo planeta sin tener ni pajolera idea de lo que allí se encontraría.

    Sugerencias del chat para la muerte de Gladis: Inmovilizada y cuchillas, alicates para arrancar las uñas de los pies, cámara isobárica, viendo GH vip, dama de hierro.

    Un orco muy orgulloso que tenía de mascota a una bandada de cuervos hizo que los animalejos cogiesen a Gladis del pescuezo y la llevasen volando hasta una cámara isobárica, mientras le metían cuchillas por el gaznate para que con su propia sangre se atragantara. Recordemos que Gladis estaba hecha de lechugas y, cuando se cortó con las afiladas hojas, fue desprendiendo hojitas por todo el camino mientras el orco las recogía para hacerse una ensaladita.

    Gladis resucitaría una y otra vez hasta que encontrase el anillo o muriese de 1000 maneras diferentes. En su muerte número 22 pudo ver el mismo cartel que Manowar y supo que aquella sería su única salvación. ¿Cuál de los dos encontraría antes el anillo no único?


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    Tras morir varias veces en aquel extraño planeta, tanto Gladis como Manowar decidieron subir una colina para ver lo que al otro lado vislumbraban y, al hacerlo, se encontraron cara a cara. También descubrieron un coche de carreras aparcado en la cima y, de repente, del coche salió el gran Carlos Sainz con un par de cervezas en la mano y se acercó a los dos extraterrestres, que se habían quedado alucinados.

    ¡Hola, amigos! Bienvenidos a este extraño mundo. Me llamo Carlos y llevo aquí demasiado tiempo atrapado.

    ¿Cuántas veces has muerto ya? Preguntó Manowar.

    Creo que he perdido la cuenta. Por suerte, esta cima está libre de todo mal y mientras que estés aquí arriba, nada te podrá matar.

    ¿Por qué no has completado la tarea y has encontrado el anillo? Quiso saber Gladis.

    Porque hay que localizar el mapa con la ubicación del anillo y es demasiado arriesgado para hacerlo solo. Además, acabé aquí mientras estaba realizando una carrera y pinché una rueda. Estaba a punto de cambiarla, cuando una tormenta de arena me llevó en volandas y acabé metido en esta cloaca. Por lo que, a mi coche le falta una rueda y por culpa de la arena que se metió en el motor, no arranca.

    ¿Qué mapa? Preguntó el extraterrestre cervecero, mientras le arrebataba una birra y se la metía entre pecho y espalda.

    Tras mi muerte número cuarenta, descubrí que hay un mapa escondido en este planeta que indica la ubicación exacta del anillo, pero intenté ir yo solo a por él y fue imposible conseguirlo. Se necesitan al menos tres personas para lograr hacerse con ese objetivo.

    Seguro que si te ayudamos nos traicionarás se quejó Gladis.

    ¡No! Si me ayudáis a conseguirlo, podremos salir de aquí los tres. Nos daremos las manos y pensaremos en el mismo sitio a la vez y así nos teletransportaremos.

    ¿Qué nos darás a cambio si te ayudamos? Quiso saber Manowar.

    Si salimos de aquí los tres con vida, podréis acompañarme en la búsqueda de las “bolas del dragón” y os concederé un deseo por cada bola que encontremos y los dos extraterrestres aceptaron . Pero antes, debemos encontrar gasolina para el coche, arreglar el motor y cambiar la rueda que se me pinchó.

    Mucho quieres que yo trabaje por nada se quejó Manowar.

    Tengo suministro de cerveza ilimitada.

    ¿Por qué no empezaste por ahí?

    Gladis fue a ordeñar un Gasopico, un animalico muy bonito cuyo orín estaba hecho de gasolina sin plomo. Lo que Gladis no sabía era que ese animalico no tenía ubres, sino… un buen pepino.

    Por otro lado, Manowar fue a buscar una rueda de repuesto a un lugar no muy lejano, pues cerca de la colina había un todo a cien abierto veinticuatro horas, junto a un McDonalls marciano.

    Y Carlos Sainz consiguió arreglar el motor a tiempo, para recoger a sus nuevos compañeros y acudir al castillo de la Dimitrescu; a ella debían robarle el mapa que llevaba en el escote sin acabar tiesos.

    En el castillo habitaban tanto vampiros como hombres lobo, que custodiaban a la enorme mujer de grandes atributos y extraños gustos. De repente el coche llegó a la puerta y se encontraron con un apuesto hombre vestido de negro y una espada bien afilada en la mano.

    El hombre se acercó a ellos con la espada desenvainada y, cuando estaba a punto de atacarlos, reconoció al pequeño Nicolás aunque nosotros sabemos que es Gladis camuflada en la piel del niño rata . Al parecer, Blade era un gran fan de este crío turbio y, por ello, decidió ayudarles a entrar en el castillo.

    Los cuatro aventureros entraron, preparados para acabar con todas aquellas criaturas de la noche que custodiaban a la gran dama, pero… al ver que se habían montado una orgía y no se habían percatado de los intrusos que se habían colado, les cortaron el pescuezo y siguieron caminando.

    Nunca resultó más fácil acabar con esos chupasangres celebró Blade.

    Gracias por la ayuda, camarada le dijo Manowar y siguió andando, porque se estaba meando y quería acabar cuanto antes con aquel asunto que tenían entre las manos.

    Blade se marchó por su lado y el resto de aventureros llegó hasta los aposentos de la Dimitrescu, donde la dama estaba jugando al Resident Evil mientras plantaba un pino desorbitado en su lujoso cuarto de baño. 

    De repente apareció el duque de los pies sucios y avisó a la señora de los intrusos, por lo que puso el juego en pausa y sacó las garras. Mientras Gladis se subía a los hombros de Carlos Sainz para intentar atrapar el mapa, Manowar distraía a la Dimitrescu con su perorata.

    De repente, la Dimitrescu que se había hecho vegetariana olió a Gladis y por ello la atrapó, le quitó el disfraz del pequeño Nicolás que llevaba y, al ver que estaba hecha de lechugas, se la zampó casi de un bocado. En ese momento, como se había agachado para recoger las hortalizas que se habían derramado, llegó Manowar y la metió mano, arrebatándole el mapa para después salir pitando. Carlos siguió los pasos de Manowar y ambos se escaparon mientras a Gladis la desmembraban y la convertían en una ensalada.

    Cuando regresaron a la montaña que les mantenía a salvo de las muertes tan raras, lograron observar el mapa y descubrir que el anillo “no único” se encontraba bajo la copia del volcán de Yellowston que un simpático oso custodiaba  a pocos kilómetros de su situación.

    Sainz y su copiloto, el cervecero, pusieron rumbo al volcán en busca de ese anillo tan porculero, pero a cambio de conseguirlo deberían pasar una auténtica tortura por culpa del osito ochentero.

    Yogui estaba poseído por un espíritu maligno, al igual que los osos de cinco noches con Freddy. Para lograr el preciado tesoro deberían enfrentarse a muerte contra el oso parlanchin, antes de cumplir el cupo de las 1000 muertes de aquel extraño mundo para poder salir de allí.

    La lucha consistía en un concurso de beber cerveza, seguido de uno de escupitajos y otro de bailes africanos. A beber cervezas Manowar no tuvo rival, aunque en el tema de los escupitajos Carlos venció sin problemas a los demás. A la hora del baile, el oso Yogui fue el vencedor, pero decidieron que el desempate sería jugando al Among us y el vencedor sería el portador del anillo oficial.

    El oso de repente se resbaló y en los escupitajos se ahogó, pues estaba poseído por el fantasma de Jason, el de Cristal Lake, y ya sabemos que a él el agua no le sentaba nada bien. Mientras Carlos se había quedado en shock al ver la muerte de aquel osito peleón, Manowat aprovechó la distracción y del suelo el anillo recogió.

    ¿De dónde había salido ese tesoro? Pues del ojal de aquel oso, que al haberse ahogado y desecho porque estaba hecho de espumillón del malo , el anillo apareció entre los restos de aquel desgraciado. Fue un momento clave, como cuando la viuda negra las palma por culpa de Ojo de Halcón y a cambio le entregan a él la gema del alma por cagón.

    Manowar usó el anillo para regresar a su hogar, dejando al pobre Carlos indefenso y abandonado en aquel extravagante lugar. Por ello, la moraleja es clara, ten cuidado con quién colaboras, o acabarás hecho bolas.

    Mientras todo eso ocurría en aquel planeta, en la Tierra los primos asesinos y Hulk llevaban a los gremlis hasta la niña turbia para dejarle el marrón en Turquía y volverse a España a vivir del cuento, como hacen los del congreso.

    La niña de los mil nombres se encontraba en Capadoccia montando en un globo aerostático, impulsado por el cocido que se había zampado. Intentaba localizar al guapo de las telenovelas, Can Yaman, cuando vio llegar a la tropa española con los bichos a su cola.

    Decidió bajar a ver lo que sucedía y cuando el Pingüino llegó a su altura, le dio el rapapolvo de su vida.

    ¿Vosotros quiénes sois?

    Somos los encargados de traer hasta ti a los zombis hippies que creaste para que los cures dijo el Pingüino.

    ¿Y dónde están? Preguntó la niña, sorprendida.

    Se nos deshicieron por el camino.

    ¿Y esos bichos son vuestros?

    No, ahora pasan a ser de tu propiedad, ya que no pudimos entregarte a los zombis, te dejamos a los gremlis como premio de consolación añadió el asesino de los calzones sucios.

    ¡No los quiero!´

    Pues te aguantas, después de la que has liado en España, te toca pagar los platos sucios y quedarte con estos bichos que destrozan todo lo que tocan a su paso. Por cierto, si quieres que no te la líen parda, recuerda que no pueden comer después de media noche, no se les puede mojar y les hace daño la luz solar.

    La niña turbia se quedó con los bichos y sin el morenazo, mientras que los dos primos y Hulk se escapaban de vuelta a casa con unas cuantas baklavas debajo del brazo.

FIN

 

 

 

 

 


sábado, 16 de diciembre de 2023

Microrrelatos Carnavaleros Navideños


Aquí están los microrrelatos que escribí con el chat en el stream del otro día en mi canal de Twitch: 

·    Reno Renaldo, Mamá Noel, el perro del parlamento europeo, viajes en el tiempo, presente pero parece pasado.

o   Para mamá Noel estas navidades iban a ser totalmente diferentes. Tras ver en la televisión la que estaba cayendo en el Parlamento Europeo, decidió ir allí con su perro, Puppy Cokie, para llevarle carbón a todos los políticos. Por ello, tuvo que tomar prestado el trineo de Santa Claus, pero… como sus renos estaban todos de vacaciones, solo pudo llevarse consigo al primo de Rudolph, llamado Renaldo. Mientras surcaban los cielos comenzó una gran tormenta y un rayo alcanzó a la pobre tartana, haciendo que Mamá Noel tuviese que aterrizar en un claro cercano, para comprobar que todo seguía intacto. Al tomar tierra escuchó mucho alboroto por los alrededores. Decidió seguir aquel sonido y llegó hasta un mercado antiguo en el que todo el mundo parecía sacado de un libro. ¿Habría viajado al pasado por aquel rayo? En realidad no fue nada tan espectacular, pues poco descubrió que tan solo se trataba de una feria medieval.

·         Hécate, elfos, Papá Noel, foiegrass, pelea con rey mago a lo Dragon Ball, un árbol al revés y un calcetín que hable.

o   Iba yo, Hécate, de paseo vestida de elfa, cuando vi a dos ancianos regordetes peleándose en la calle con espumillón y bolas del árbol de Navidad. Tuve que ir a separarlos, obviamente, y casi me sacan un ojo con una serpentina. El combate era como ver a Goku peleando contra Darth Vader, solo que en versión cuqui. Cuando pregunté por qué se estaban peleado, me dijeron que los dos tenían el mismo regalo para entregar. De repente, Melchor tiró una bola del árbol y Papá Noel se agachó para esquivarla, haciendo que la bola fuese a dar a una ventana en la que había un gato pardo comiendo foie-gras, junto a un árbol que colgaba del techo boca abajo para que el minino no pudiese alcanzarlo. En esos momentos, la caja del regalo que tenía Papá Noel en las manos se abrió y de ella un calcetín parlante salió ‒. ¿Queréis dejar de discutir? ¡Se me están quedando las costuras congeladas! ‒Dijo el trapito, dejando a todos los presentes anonadados. Aquel calcetín les hizo darse cuenta que discutir no servía de nada, por lo que firmaron una tregua y se fueron a celebrarlo juntos con un poco de sidra y un roscón con frutas escarchadas.  

·         Jack Skellington, Krampus, Cometa, Popeye, Cambio de papeles entre Santa Claus y los Reyes Magos.

o   La noche previa a la Navidad, todo era paz y felicidad hasta que el pequeño reno, llamado Cometa, decidió salir a dar una vuelta por el planeta. Al llegar a la altura del mar de no sabemos dónde, se encontró con el famoso marinero, Popeye. El pobre estaba triste porque Olivia se había marchado con Brutus y Cocoliso a vivir a un piso y, por ello, Cometa decidió concederle un deseo al marinero más famoso de todos los tiempos; con perdón de Chanquete, obviamente. El deseo de Popeye, fue que se cambiaran los papeles, pero al no especificar que se trataba de él y Brutus, se intercambió a Papá Noel con los Reyes Magos. ¿Lograría Santa Claus dominar a los camellos? ¿Y Melchor se haría con los renos? Aunque no fueron los únicos que se intercambiaron los roles en esta ocasión, pues Krampus le quitó el puesto a Jack Skellington como rey del mal en Halloweentown y éste pudo vivir al final una Navidad de lo más normal.

·         Pavo en la cena de Navidad, operación salvar la Navidad, revive el pavo, el pavo espía, Chuky.

o   Era la mañana de Navidad y en una casa cualquiera de un barrio de cualquier parte, dos niños jugaban con sus regalos cuando vieron a un gran pavo por la ventana de su cuarto. Los ingenuos chiquillos corrieron para avisar a sus padres del increíble hallazgo porque como mascota lo querían adoptar , aunque los adultos prefirieron cocinarlo a fuego lento hasta que se lo pudiesen zampar. Entonces, los niños idearon un plan para rescatar al pavo antes de acabar metido en la olla al que llamaron “Operación salvar la Navidad”, pero llegaron tarde, pues el pavo ya estaba asado. Los niños se echaron a llorar y, por ello, Papá Noel, que pasaba por su casa de vuelta al Polo Norte, decidió echar un vistazo para ver lo que estaba sucediendo. Cuando se enteró que los niños habían intentado salvar al pavo e incluso tenían pensado ofrecer a cambio sus propios regalos, Claus usó la magia de la nariz de Rudolph para revivir al animal, aunque por desgracia no sabía que con esas cosas no se puede jugar. El pavo regresó a la vida con el alma de Chucky el muñeco diabólico en su interior y allí parda se lió. Gracias a que un vecino trabajaba para la CIA, se evitó una carnicería, pues fichó al muñeco asesino para realizar misiones suicidas a cambio de buscarle una novia en una juguetería.  

·         Encarna de Noche, croquetas, roscón de empanadillas de Móstoles, un gato con gorrito navideño, bocata calamares.

o   La noche de Reyes, Encarna de Noche estaba sentada a la mesa en su casa comiéndose un pedazo de Roscón hecho con empanadillas de Móstoles y croquetas de la abuela, cuando llegó su gato, Gafe, con un gorrito navideño y los morros llenos de restos, pues se había zampado un bocata de calamares a diestro y siniestro. De repente se escucharon unos ronquidos y Encarna pensó que se trataba de su vecino, pero no, eran los camellos de los Reyes Magos que habían sido aparcados en su tejado. Encarna vio la hora que era y se fue corriendo a acostar, porque sino sus regalos se los iban a llevar. Entonces el despertador sonó y la locutora de radio con Resines en la cama se despertó.

miércoles, 23 de agosto de 2023

Cuento para stream 3. “La cúpula del gato Miguelín”

 

En la calle “Sodoma y Gomorra” había una pequeña peluquería asiática, en la que un amistoso chino pelirrojo, se dedicaba a peinar a los clientes de día y a jugar en la calle 24 de noche.

En la calle 24 se jugaba a casi todo, desde al teto que te la meto, hasta al Fifa que te la esnifa. Apareció Manowar con su nuevo amigo, Falete, para hacerse un rapado de lo más sonado. El chino les ofreció un poco de sushi a sus nuevos clientes, pero Falete era más de carne y sacó del bolsillo de su abrigo una barra de pan con tocino y filetes.

Los rapados fueron bien, estaban más lisitos que el culito de un monito, pero… de repente, cuando estaban pagando al chino con unos huevos de oca —que Falete tenía por ahí escondidos —, el peluquero dijo que no aceptaría los huevos, sino el anillo de oro que Falete llevaba puesto.

Aquel hombre no quería separarse de su anillo, pero para evitar problemas mayores, acabó cediendo a cambio de un poco de sushi y un barril de cerveza chino, que tenía más años que el bolsillo de Doraemon, el gato cósmico que veía cuando era más mocito.

Mientras esos dos salían del establecimiento, un lobo se acercó a ellos para pedir algo de comida. El lobo no era otro que el grandísimo Colmillo Blanco y, al ver la cara que puso Falete, salió escopetado por si éste le hincaba el diente.

 

Mientras tanto, en la morgue, los zombis golpeaban la puerta con sus maltrechos cuerpos para salir de su encierro, pero aquello no surtía efecto. De repente, uno de los zombis dio un paso adelante y pronunció un gran discurso, llegando a la patata de todos aquellos hippies z, que estaban malhumorados porque el hambre les hacía perder la cabeza.

<<Argggggggggggggggggg>>

Todos los zombis aplaudieron enloquecidos. Proclamaron profeta zombiano a ese erudito y le dejaron escoger el mejor modo para liberarlos, y así seguir tragando algún que otro cerebrito.

Todos a una, y gracias al consejo del profeta peta-zeta, consiguieron abrir la puerta y salir al exterior en busca de cerebros y alguna que otra seta. Siguieron un rumbo cualquiera —pues no tenían a dónde ir —, hasta que, tras una esquina, se cruzaron con Manowar el extraterrestre y su compañero de peinado, el inconfundible Falete.

El extraterrestre aprovechó las dimensiones de su camarada para salir por patas y esquivar a la horda de zombis, a la que se le hacía la boca agua mientras le observaba. Corriendo sin parar —y sabiendo que con Falete tendrían reservas para varios meses —, se topó con Hibam que salía de ver en el cine “John Wick 700, la revelación de los perretes maquineros”.

Al chocarse, ambos cayeron al suelo y, al ver a varios zombis tras ellos, huyeron hasta el río al que se tiraron para mantenerse a salvo, porque a los zombis hippies les daba más miedo el agua, que ver la factura de la luz tras las rebajas.

 

En el planeta Orión, mientras que en la Tierra las cosas “comenzaban” a descontrolarse… los “Cats Queen” estaban revolucionando todo el palacio. Mendi, al escuchar aquel alboroto proveniente de la escalera, decidió echar un vistazo y unirse a la fiesta.

Pasaron la noche de juerga y, al amanecer, Mendi se dio cuenta que tenía el tatuaje de un gato enseñando el culo en el brazo y que, además, su cara estaba pintada al igual que la de Drax, el de los guardianes de la galaxia. ¿Lograría camuflarse igual de bien que él? ¿Le contrataría Star Lord para su próxima misión?

Tras la noche que pasaron juntos, decidieron que la revolución del chóped había llegado a su final y que el pequeño Nicolás podría regresar a casa; siempre y cuando encontrase a alguien que le llevase de vuelta a la Tierra en su tartana. ¿Qué tendría que hacer a cambio de un pasaje? ¿Lograría engatusar a alguien?  

Pocholo dio un paso adelante, sorprendiendo al muchacho, porque no sabía que aquel personaje también llevaba un buen rato viviendo entre los gatos. El tío de la mochila —que no era primo de Dora la exploradora —, le comentó a Nicolás las ventajas de vivir fuera de la Tierra y, una de ellas, era no pagar a Hacienda.

El joven no se lo pensó dos veces y decidió quedarse como ministro de asuntos exteriores, para evitar la revolución choricera, que los gatos querían promover para que no se fuera.

 

En la Tierra, la prima de Miércoles decidió poner la televisión mientras seguía buscando la cura contra los zombis hippies y las ladillas. En el telediario estaban dando las noticias de la invasión zombi y la de los droides; por ello, la joven supo lo que tenía que hacer y cogió los elixires que había creado, para ir corriendo hasta la zona cero en la que se encontraban los infectados.

Salió a toda pastilla con su bolsa a cuestas hasta llegar a la zona del río en la que Manowar e Hibam estaban intentando mantenerse a flote. La chica de los mil nombres se enfrentó con valentía a los "Z” —lanzándoles el elixir —y haciendo que, poco a poco, el virus zombi saliese de sus cuerpos en forma de gas violeta. Se notaba que alguno de ellos había comido fabada en algún momento previo, porque el aroma que desprendían sus cuerpos recordaba al de cualquier marisma, que son muy bonitas, pero huelen a cieno que da miedo.

Al ver que habían sido rescatados, Manowar no se lo pensó dos veces y, con su reciente pelo rapado, le pidió a la niña turbia que le dejase compensárselo. La joven, que estaba por la labor, accedió y con él en su nave se marchó.

Los zombis habían dejado de serlo, pues aquel virus hacía que todos estuviesen conectados entre ellos y, en cuanto la nave nodriza se marchó de las proximidades de la Tierra, los droides volvieron a perder la conexión y alguno que otro la cabeza también perdió.

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En la calle del quinto pino, la vida se sucedía normalmente, porque sus habitantes estaban sin conexión a internet y, por ello, no se habían enterado del problema que hubo con los zombis en la calle de al lado.

En la frutería del señor Manolito, se vendían los mejores pepinos y pepinillos de la ciudad. Su cliente preferente, Falete, había muerto entre las fauces de los zombis hippies y el pobre dependiente no se había enterado del terrible suceso.

Lo que nadie sabía en aquella calle turbia, era que el “Asesino del Calzón Sucio” tenía la mejor tapadera de todas, pues era el dependiente de la frutería y primo del “Pingüino”, que murió a manos de Gladis, la extraterrestre hecha de verduras con forma de paloma gigante.

Pero esto no es todo lo que puede llegar a hacer, pues, además… tiene un negocio de tuper-sex por las tardes en la frutería, que le ayudaba a superar la crisis que la ciudad afrontaba en aquellos días. Llevaba tiempo sin saber nada de su primo y estaba preocupado, “El Pingüino” jamás le habría dejado tirado en el asesinato que tenían planeado.

El trabajo para el que les habían contratado fue matar a la reina de Inglaterra, pero lo que todavía no se habían enterado era que, la “pobre” mujer llevaba bastante tiempo muerta. Por ello, el “Asesino de los Calzones Sucios” se fue a dar un paseo por la calle y en un kiosco de periódicos descubrió lo que ya os he contado, que la reina la había espichado.

Intentó llamar a su primo para preguntarle cómo cobrarían el trabajo sin haberlo realizado, pero le saltó el contestador automático:

<<Hola, soy “El pingüino”, primo de Wuino. Si no contesto al teléfono es porque estoy todo tieso. “Asesino de los Calzones Sucios”, si quieres que regrese a tu lado, tendrás que viajar al pasado. >>

Para cumplir su objetivo, tendría que encontrar un portal del tiempo y colarse dentro. ¿Dónde podría hallar uno cerca? ¿Quizás en la tienda del chino de la esquina?

Decidió acudir a ver al chino mandarino llamado, Cappuccino Chin-prejuicios, que llevaba el establecimiento mágico de “La cueva feliz”, que obtenía los artículos de su querido Pekín. El “Asesino de los Calzones Sucios” le pidió a Cappuccino que le buscase un portal mágico hacia al pasado. El chino le dijo que tenía lo que estaba buscando en el pasillo de artículos de Narnia, que algún extraterrestre le había procurado.

El asesino frutero siguió al pekinés hasta un muro hecho de “pladul”.

    ¿Dónde está el portal, Matarile? —Preguntó el de los calzones sucios.

    Yo no llamal, Matarile, mi nombre sel Capu-chino. Poltal estal detlas de mulo.

    ¿Un mulo? ¿Tiene a un burro ahí encerrado?

    Mulo no, mulo.

    ¿Burro?

    Mulo de piedla.

    ¡Ah! Muro.

    Eso he disho. Tú rompel mulo y viajal al pasado.

Cappuccino se marchó, dejando al asesino con un mazo en la mano y un “mulo” que derribar. Comenzó a darle caña al mazo y, de repente, ante él apareció una cueva con un montón de túneles excavados en la piedra. ¿Cuál sería el camino correcto? ¿Cómo podría saberlo?

Decidió tomar el camino de su izquierda en primer lugar y, con el mazo en la mano —por si acaso —avanzó por aquel túnel sombrío hasta llegar a una explanada en la que había huevos del tamaño de una casa.

De repente, uno de los huevos comenzó a eclosionar. ¿Qué sorpresas le depararía al asesino, frutero y vendedor de placer en despedidas de soltero? Anastasio, que era este pobre hombre, se acercó al huevo y descubrió un gran ojo amarillo dentro.

Su primera reacción fue dar un paso hacia atrás, sobre todo, cuando el cascarón por fin se rompió y del huevo un dinosaurio salió. La cría de velociraptor medía 4,5 metros de altura y, al verlo, Anastasio se preguntó: ¿Soy un león o un huevón?

No quiso moverse por si aquella criatura se lo comía de un bocado al notar su presencia, aunque eso duró muy poco, porque sintió temblar la tierra y comenzó a sudar y a temblar como un flan. ¿Sería la madre de la criaturita, la que se acercaba armando tremendo escándalo?

Anastasio salió corriendo en dirección al portal, pues el bicho que apareció era más grande que la geta de Froilán. Al llegar de nuevo a la cueva, se metió por el túnel del medio. Caminó durante varios minutos hasta ver una brillante luz y, tras atravesarla, llegó a un mundo lleno de champiñones y tuberías, en el que un pequeño hombre con bigote y peto vaquero iba dando tumbos persiguiendo a una tortuga esqueleto.

El frutero turbio decidió dar marcha atrás y volver por donde había llegado, antes que una bala con ojos y sonrisa macabra le reventase el ojal por quedarse a mirar como un abuelo en una obra sin acabar. Decidió probar suerte con el último túnel y, esta vez, llegó a la casa del pequeño Nicolás, antes que Gladis se cargase a su primo, “El pingüino".

El “Asesino de los Calzones Sucios” saltó sobre Gladis, antes que matase a su primo. El pequeño Nicolás seguía escondido detrás del sofá, observando la lucha encarnizada que la extraterrestre —con forma de paloma y hecha de verduras —tenía con aquel hombre que sin querer le había salvado la vida con su repentina aparición. Ambos lograron espantarla, pero no huyó sola, como tenía miedo de esos dos y necesitaba un traje de carne, se cargó al pequeño Nicolás para disfrazarse.

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Los dos primos estaban en shock, ¿de verdad habían visto una paloma con forma de hortalizas? Por suerte, Anselmo había llegado a tiempo, esta vez, para salvar al “Pingüino” de un terrible final. Mientras que ellos se ponían al día, Gladis se vestía con la piel del pequeño Nicolás y llegaba hasta su nave, para intentar escapar de la Tierra y llegar a su planeta; lo que no se imaginaba era que Miguelín había tomado las riendas de aquel lugar y una revolución estaba a punto de estallar.

La niña de los mil nombres se topó con un anuncio de una novela turca en un escaparate del Mediamarkt, mientras iba a la zona de los zombis con el antídoto, la de pájaro soñador, por lo que decidió cambiar de rumbo y se fue al aeropuerto a comprar un pasaje a Turquía, para ligarse a Can Yaman en lugar de salvar a Manowar y a Hibam.

Por lo que Manowar tuvo que salvarse solo, echando de comer a los zombis a Falete y después escalando la pared de piedra del río en el que se había metido. Cuando logró llegar arriba, mientras que los zombis perseguían a Hibam en la otra dirección, Manowar se escapó en su nave, al igual que hizo Gladis momentos antes.

El inspector López llegó donde estaba la presidenta Shakira por ese entonces —en la rueda de prensa con Carmen de Mairena —y le dijo que los zombis se aproximaban y debían evacuar la capital.

De repente, una furgoneta se estrelló en las inmediaciones y al comprobar si el conductor estaba bien, descubrieron que era un droide que había perdido la cabeza, además de la conexión con la nave nodriza de Gladis.

Los zombis lograron salir de la morgue, gracias a ese intelecto supremo gaseoso que sobresalía sobre el resto de los no muertos. Cuando Carmencita los vio, por poco le da un soponcio. López y el doble de Chris Hemsworth intentaron hacerles frente con los misiles que le habían confiscado a un narco y que estaban guardados en el almacén de la comisaría.

El misil estaba defectuoso, por lo que solo acabó con unos pocos zombis e hizo que el resto se detuviese en seco. El líder de los no muertos, el pedorro, quiso llegar a un acuerdo.

    Kkshpadulafhapjap —dijo el zombi.

    ¿Qué ha dicho? —Preguntó López.

    Kkshpadulafhapjap.

    No le entiendo.

    Dejadme a mí —dijo el doble de Chris Hemsworth.

    ¿Sabes hablar zombiano? —Preguntó Shakira, moviendo las caderas.

    Sí, me enseñó mi amigo Masteroffifatv1 el otro día en su stream.

El zombi volvió a repetir lo que había dicho y el forzudo tradujo que los no muertos querían llegar a un acuerdo. Todos se quedaron perplejos.

    Diles que si acceden a marcharse de España, les dejaremos en paz —dijo el agente López, mientras que por detrás se aproximaban los dos asesinos más buscados de nuestra patria, el “Pingüino” y el “Asesino de los Calzones Sucios”.

    ¿Qué pasa aquí? —Preguntó el “Pingüino”.

    Estamos negociando con los zombis para que se vayan de nuestro país —respondió Carmen de Mairena.

    Si queréis nosotros les llevamos —añadió el “Asesino de los Calzones Sucios”.

    ¿Qué dices? ¿Nosotros? —El Pingüino no daba crédito a la tontería de su primo.

    Siempre que sea por un buen precio, unos 120.000€.

    De acuerdo —respondió Shakira —. Pero… ¿a dónde los mandamos?

Entonces, apareció el mayordomo de la niña de los mil nombres, porque había visto en la televisión la rueda de prensa y se había enterado que la chiquilla se había dado a la fuga en lugar de salvar a sus vecinos; le había mandado un WhatAspp para que le mandase su equipaje a Capadocia, aunque iba a tardar un rato en llegar, pues lo pensaba mandar en globo y aún lo tenían que inflar.

Cuando todos se enteraron que había una cura, decidieron que sería mejor mandar a los zombis con la niña turbia. Carmen de Mairena se ofreció a guiar a los zombis hasta el aeropuerto, junto a los dos primos asesinos.

    Venid conmigo, que os como to’ el pepino —dijo Carmencita y los zombis recularon un poco, pues tenían miedo de ser ellos los que acabasen formando parte del menú de aquel ser grotesco.

 

Manowar huyó con su nave tan deprisa, que se olvidó de poner las coordenadas del salto para la velocidad de la luz y terminó cayendo en un agujero de gusano, que le transportó a un mundo alternativo en el que gastaría más vidas que un gato. En ese mundo alternativo morir de mil maneras diferentes durante la noche y, al salir de nuevo aquel extraño sol, se reiniciaría su contador. ¿Volvería a la vida? ¿Cuándo se le acabaría la suerte? ¿Lograría salir de aquel mundo alternativo antes de lidiar definitivamente con la muerte?

 

Mientras tanto, la queridísima Gladis viajaba en su nave rumbo a Orión hasta toparse con la señal de una baliza en el exterior. Decidió ponerse el traje espacial y surcar la inmensidad, hasta que descubrió un escudo mágico, que le servirá para repeler a los gatos.

Cuando regresó a su nave fijó el rumbo a su querido hogar, sabiendo que ya era inmune al pelo de gato y su tapadera estaba a salvo; ella era alérgica a pelo de los gatos, pero el pequeño Nicolás no. Solo tendría que tener cuidado con el poder mental de Miguelín y, para ello, necesitaba otro objeto mágico que la pudiese servir. ¿Dónde podría hallarlo? ¿Tendría que desviarse mucho de su ruta para encontrarlo?

Antes de llegar a Orión, se desvió hacia el planeta de NoPlutón, en el que se hallaba un anillo mágico que servía para evitar el control mental y que fue forjado por Sauron, tras el fiasco del anillo único que acabó derretido en aquel volcán tan extraño. Allí tendría que pasar 10 pruebas en las que su vida correría peligro, si quería ser digna de portar el anillo. ¿Estaría sola en aquel planeta o tendría que vérselas con alguien más?

Continuará…